La localidad salmantina de Alba de Tormes acoge mañana la segunda reunión para la puesta en marcha de una ruta turística y religiosa por el V Centenario de la mística abulense
La celebración del quinto centenario del nacimiento de
Santa Teresa de Jesús en el año 2015 va tomando forma. Tras el impulso
de la creación de la Comisión Nacional para la efeméride y la
confirmación de una edición extraordinaria de Las Edades del Hombre en
Ávila y Alba, las 17 ciudades que albergan una obra fundacional de la
religiosa abulense se han unido con el objetivo de aprovechar las
posibilidades de esta conmemoración.
El encuentro celebrado en Ávila el pasado 14 de octubre
sirvió para sentar las bases de un proyecto común en el que se sigue
trabajando contrarreloj con la mente puesta en la Feria Intur, que tiene
lugar del 21 al 24 de noviembre en Valladolid.
Este lunes las localidades teresianas tienen una segunda
cita en Alba de Tormes, en la que se espera concretar ya la identidad
visual común del grupo así como las primeras iniciativas. Entre los
proyectos más llamativos destaca la creación de una credencial
teresiana, pensada para reconocer a aquellas personas que hayan
peregrinado a algunos de los puntos vinculados a la vida y obra de la
religiosa abulense. Una idea inspirada en la acreditación del Camino de
Santiago y que ha sido acogida de manera muy positiva por todas las
ciudades, aunque en la reunión de Alba los representantes de los
distintos ayuntamientos tendrán que definir algunos aspectos, como el
número de ciudades que sería necesario recorrer para obtener este sello.
En principio, el grupo se decanta por una «cifra accesible»
fijada en un mínimo de tres localidades. Se considera que por criterios
geográficos una persona interesada en la figura de Santa Teresa de
Jesús y sus fundaciones puede realizar fácilmente una ruta entre las
ciudades teresianas de Castilla y León, de Castilla- La Mancha o del
grupo andaluz y murciano.
Ávila, obligatorio
No obstante, un aspecto destacado que queda por definir es
si para obtener esta credencial teresiana será necesario pasar
obligatoriamente por Ávila, localidad natal de la Santa. Una opción que,
en principio, defiende el Consistorio abulense y que tendrá que ser
negociada con el resto, de manera especial con los municipios más
distantes.
Al margen de la posibilidad de expedir esta acreditación,
las 17 ciudades se muestran entusiasmadas con la posibilidad de
integrarse en una red común que presente una identidad visual propia y
que compita con los grandes paquetes turísticos de interior.
La idea es crear un recorrido que sume al atractivo
histórico y monumental de los rincones teresianos otros reclamos para un
turismo religioso, cultural o gastronómico.
Ávila,
localidad natal y punto de partida es una de las ciudades Patrimonio de
la Humanidad de la Ruta. Ahí se encuentran los célebres Cuatro Postes
hasta los que se escapó la Santa en su niñez, así como su casa natal
ahora convento de Santa Teresa y los conventos de La Encarnación y San
José, en los que pasó la mayor parte de su vida.
Tras un menú a base de judías de El Barco y chuletón de
Ávila, el viajero puede llegar hasta la segunda fundación, el Convento
de San José de Medina del Campo.
En él se conserva una magnífica talla de Gregorio Fernández, además del
locutorio en el que hablaron Santa Teresa y San Juan de la Cruz.
La única de nueva planta
Un salto hacia Ciudad Real
plantea la visita a Malagón, para contemplar en San José la única
fundación de nueva planta que realizó Santa Teresa y en la que plasmó su
visión de una comunidad monástica.
Hasta el Convento de la Concepción del Carmen de Valladolid
el peregrino teresiano puede llegar atraído por una fundación que
conserva obras de Luis de Morales, Juan de Juni o Gregorio Fernández y,
sobre todo, el manuscrito de ‘Camino de Perfección’.
La ruta vuelve hacia el sur para alcanzar Toledo ciudad
de infinito patrimonio en el que se encuentra el Convento de las
Carmelitas, que conserva numerosas reliquias de la Santa. Un
reconstituyente formado por la famosa olla podrida o por paté de perdiz
nos lleva en esta misma comunidad hasta Pastrana, donde quedan
interesantes vestigios de la fundación teresiana envuelta en la
turbulenta intromisión de la Princesa de Éboli.
De regreso a Castilla y León, el viajero divisa la silueta dorada de Salamanca junto
al Tormes. En la ciudad monumental podrá recorrer la casa de la primera
fundación, la iglesia de los Carmelitas, el Convento de San Esteban
donde se conserva el confesionario de la Santa o la biblioteca histórica
de la Universidad con la primera edición de sus obras completas que
llevó a cabo Fray Luis de León.
Río arriba espera Alba de Tormes.
El Convento de la Anunciación tiene el privilegio de ser depositario
del sepulcro teresiano y un gran número de obras de arte en un museo
situado junto a la inconclusa basílica erigida en honor a Santa Teresa.
Desde aquí la lista fundacional conduce la ruta a tierras segovianas.
La ciudad del Acueducto
también ofrece una interesante visita en torno al Convento de San José
y, especialmente, al convento de los Carmelitas Descalzos, donde se
encuentra el sepulcro de San Juan de la Cruz.
Aquí la ruta describe un amplio arco que lleva al visitante hasta la jienense Beas de Segura y el Convento de San José del Salvador, Sevilla y
sus célebres ‘teresas’ enclavadas en lo hondo del barrio de Santa Cruz
(con una impresionante colección de obras artísticas y el autógrafo de
la obra cumbre de la Santa, ‘Las Moradas’), Caravaca de la Cruz hacia
el convento del Carmen y Villanueva de la Jara donde se mantiene vivo
el latido del convento de Santa Ana junto a la bella iglesia del Carmen.
La sopa de ajo, la carne de Cervera o
la torta de Almendras que componen las cartas típicas palentinas pueden
ser un buen punto de partida para conocer los restos de la fundación
teresiana en el palacio de los Condes de Buendía antes de seguir camino a
Soria en pos del convento del Carmen. De ahí, la ruta lógica lleva
hasta San José de Santa Ana en Burgos, aunque el disciplinado viajero
giraría antes hasta el monasterio de San José de Granada.
Habas con jamón, tortilla del Sacromonte, caldereta,
morcilla o perronillas transportarán al paladar a ese siglo XVI en el
que una mujer adelantada a su tiempo diseñó un camino único a golpe de
carreta.